26 de mayo de 2020.
Bienvenido y gracias por acompañarnos.
Hasta el 25 de mayo, se han reportado más de 2,4 millones de casos y más de 143,000 muertes debido a COVID-19 en las Américas.
Mientras los casos globales superaron los 5 millones la semana pasada, América Latina superó a Europa y a Estados Unidos en el número diario reportado de infecciones por coronavirus, números que sospechamos son incluso más altos de lo que sabemos. Dos de los tres países con el mayor número de casos reportados se encuentran ahora en las Américas.
No hay duda: nuestra región se ha convertido en el epicentro de la pandemia de COVID-19.
En América del Sur, estamos particularmente preocupados porque el número de casos nuevos reportados la semana pasada en Brasil fue el más alto durante un período de siete días, desde que comenzó el brote. Tanto Perú como Chile también están reportando una alta incidencia, una señal de que la transmisión aún se está acelerando en estos países.
Todas las alarmas que hemos dado, la solidaridad que hemos pedido y las orientaciones que hemos emitido en los últimos 3 meses, todo esto fue fue para prepararnos para este momento.
Para la mayoría de los países de las Américas, ahora no es el momento de relajar las restricciones o reducir las estrategias preventivas. Ahora es el momento de mantenerse fuerte, permanecer alerta e implementar agresivamente las medidas comprobadas de salud pública.
Hemos aprendido de otras regiones qué funciona y qué no, y debemos continuar aplicando este conocimiento a nuestro contexto.
Ahora es un momento de tomar acción, no de desviación. La vida y el bienestar de millones en nuestra región dependen de ello.
Uno de los aspectos más preocupantes de la pandemia de COVID-19 es el impacto desproporcionado del virus en las personas que padecen enfermedades no transmisibles (o ENT), como por ejemplo hipertensión, enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, asma y otras enfermedades respiratorias, además de obesidad.
Nunca hemos visto una relación tan letal entre una enfermedad infecciosa y las enfermedades no transmisibles.
Algunos de los datos son realmente alarmantes. Especialmente para nuestra región, donde las ENT están extendidas ampliamente.
Estudios en China muestran que más del 28 % de los pacientes con cáncer que contrajeron COVID-19 murieron, en comparación con solo el 2 % de los pacientes en general. Hay 1,2 millones de personas que viven con cáncer en América Latina y el Caribe.
En una revisión de más de 16,000 pacientes con COVID-19 se encontró que las personas con diabetes tenían el doble de probabilidades de enfermar gravemente o morir. Se estima que 62 millones de personas en las Américas viven con diabetes.
Fumar causa cáncer, enfermedades cardíacas y pulmonares, y se asocia directamente con una capacidad respiratoria reducida. Además, se ha demostrado que fumar aumenta la probabilidad de enfermar gravemente con COVID-19. Alrededor del 15% de los adultos en las Américas todavía fuman y pueden enfrentar este riesgo.
De hecho, nuestra región tiene una alta incidencia de ENT y estamos profundamente preocupados por la salud de las personas que viven con estas condiciones.
En total, aproximadamente 1 de cada 4 personas en nuestra región tienen un mayor riesgo de peores resultados si enferman de COVID-19 debido a enfermedades no transmisibles subyacentes.
La pandemia de COVID-19 también ha interrumpido los servicios de salud de rutina con los que los pacientes con ENT cuentan para controlar sus enfermedades. Muchos trabajadores de la salud que suelen brindar esta atención han sido redirigidos a la respuesta de COVID-19, lo que tiene un impacto negativo en el diagnóstico y tratamiento oportuno de las ENT.
Además, algunos países experimentaron interrupciones en las cadenas de suministro, así como desafíos en la distribución de medicamentos y productos de salud, todo lo cual afecta el acceso por parte de los pacientes.
Las medidas de quedarse en casa, las interrupciones en la prestación de servicios de atención médica y el miedo a asistir a los centros de atención han resultado en una reducción de las visitas clínicas opcionales y en un menor acceso a diálisis renal, atención del cáncer y demoras en tratamientos de alta prioridad para pacientes con ENT. Esto pone a los pacientes en mayor riesgo de complicaciones y muerte por enfermedades que sabemos cómo tratar.
Este desafío debe ser abordado de frente por los sistemas de salud en nuestra región o nos enfrentaremos a una epidemia paralela de muertes prevenibles de personas con ENT.
Primero, es importante encontrar métodos seguros para brindar atención clínica esencial a las personas con ENT durante la pandemia. Por ejemplo, muchos países están ampliando rápidamente la telemedicina, priorizando citas programadas para evitar salas de espera con muchas personas, y brindando servicios de formas novedosas.
También debemos asegurarnos de que las cadenas de suministro de medicamentos esenciales para las ENT estén protegidas y continúen funcionando de manera eficiente, y que estos productos se distribuyan a las personas que los necesitan.
Finalmente, debemos ayudar a las personas con ENT a protegerse de la COVID-19 para evitar una situación de mayor riesgo. Esto significa proporcionarles los recursos, el sistema de apoyo y la información necesaria para que puedan protegerse.
No nos dejemos atrapar en una falsa dicotomía: combatir las ENT ahora es parte integral de nuestra respuesta a COVID-19. Necesitamos medidas preventivas agresivas para proteger a las personas con diabetes, enfermedades respiratorias y cardiovasculares del nuevo coronavirus.
También debemos garantizar el acceso oportuno a la atención de enfermedades crónicas para evitar que amenacen la vida. La OPS está trabajando con los países de la región y brindando orientación para ayudar a planificar e implementar estas medidas. Mientras los casos continúan aumentando en nuestra región, nuestros esfuerzos para proteger a las personas con condiciones subyacentes deben intensificarse.
Permítanme recordarles que el 31 de mayo es el Día Mundial Sin Tabaco. Observar este día en medio de la pandemia de COVID 19 destaca cómo fumar aumenta nuestros riesgos y vulnerabilidades a esta pandemia y a muchas otras amenazas para la salud. El enfoque de este año es proteger a los jóvenes de los daños del tabaco, y si alguna vez hubo un buen momento para dejar de fumar, ese es el momento.
He dicho antes que nuestros sistemas de salud deben ser resilientes y adaptables en tiempos de crisis. El doble desafío de las ENT y COVID-19 ciertamente ha puesto a prueba nuestra resiliencia.
Antes de COVID-19, el 81% de todas las muertes en la Región de las Américas se debieron a ENT y el 39% de estas muertes fueron prematuras, en tanto ocurrieron antes de los 70 años de edad.
A medida que reconstruimos y transformamos nuestra economía, la protección social y los sistemas de salud después de COVID-19, se debe prestar atención crítica a la prevención, el diagnóstico precoz y el tratamiento de las enfermedades no transmisibles.
Fuente: OPS-OMS